Colaboración especial I En Voz de la Comunidad Fintac

Cuando eres joven y tienes muchas “comodidades” pero quieres ganar tu propio dinero, no sabes por dónde empezar.

A mí me tocó a los 21 años. Y digo me tocó porque no tenía la necesidad. Mis padres mantenían el hogar, me dedicaba 100% a mis estudios, tenía un celular y no usaba mucho el internet.

La verdad mi vida era muy pacífica. Y así quería continuar. Por eso cuando digo “comodidades” me refiero a que no hay un factor fuerte que te conlleve a un cambio en tu “comodidad”.

Cuando apareció la oportunidad de trabajar formalmente, porque ya trabajaba en si para mis padres, pero no tenía un sueldo, era una aprendiz. Estaba obligada a ayudarles en el negocio. Entonces, mi vida cambió, cuando empecé a trabajar, porque el jefe era una persona desconocida.

Eso de seguir ordenes, era buena. No contraponía mis pensamientos porque simplemente no tenía experiencia, y por tanto obedecer y aprender era lo que tocaba hacer.

En este empleo he ido creciendo, las oportunidades ofrecidas me han permitido alcanzar el liderazgo que tengo el día de hoy. No ha sido fácil, pero todo ha dependido de mí.

Cuando entras a tu primer trabajo, todos lo hacemos porque queremos ganar dinero, aprender algo distinto, poner en práctica lo que nos enseñan en aulas, entre mil razones más.

Sin embargo, permanecer en el mismo lugar de trabajo y crecer, depende de cada uno de nosotros. O cambiarte de trabajo, porque definitivamente no es lo tuyo, también depende de ti.

Una virtud que quiero exponerles, es la humildad. La RAE indica: “Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”.

Entonces, cuando no tienes experiencia y eres consciente de aquello, definitivamente reconoces que tienes conocimientos limitados y debilidades en ejecutar algo. Por lo tanto, el primer paso, reconocer que tienes limitaciones y que debes expandirlas.

Luego, echarle ganas a querer aprender. Y tercero, enseñarles a otros. Basándome en mi experiencia, les puede indicar que es difícil hacer el orgullo aparte.

Y es por eso, hay que desarrollar la humildad que para mí, en pocas palabras, es reconocer que tengo mucho que aprender y que deseo aprender. No soy una mujer famosa, no soy empresaria ni emprendedora. Lo que, si soy, es una mujer comprometida y apasionada con su trabajo.

Del cual aprendo día a día. Cuando empecé a trabajar, jamás pensé que sería el trabajo en el cual quería escalar, como dicen por allí, hacer una carrera profesional.

Como les comenté, ser obediente y disciplinada es lo mío. Sigo órdenes y no pongo contrapuntos de lo que no sé. De lo que sí sé, ni les cuento como armo la discusión.


Cuando en el 2014, decidí cambiar de trabajo, fue porque me aburrí. Sentí que me sumergía en un hoyo de angustia y desmotivación. Conseguí un nuevo empleo a cabo de pocos meses, en el sector agrícola, tuve la mente abierta y aprendí.

Hasta el día de hoy recuerdo cada tarea, cada compañero de trabajo, cada mala decisión y cada logro también. Fui muy feliz de esa gran oportunidad de vida, porque pasé de rodearme con grandes ejecutivos a aprender de personas que cosechan banano.

Ellos me enseñaron mucho sobre el esfuerzo, el trabajo duro y el sacrificio. En el 2016 regresé a la calificadora, me di cuenta que además de las habilidades, conocimientos y compromiso. Lo hice por decisión propia. No solo era pensar en mi trabajo actual sino fijar un camino hacia el trabajo que quería en el futuro.

Entonces, al volver si bien la empresa no me daba un plan de carrera para ascender, yo tenía que construir ese plan de carrera. Fue así, como de analista de riesgos pasé al departamento administrativo financiero en dos años, empecé mi maestría en administración de empresas, y tres años después de mi regreso me gané la confianza para ser la gerente general.

Para los colaboradores fue un golpe duro porque estaban acostumbrados a un liderazgo masculino altamente participativo. En cambio, yo, un liderazgo femenino sin posturas porque soy demócrata para unos aspectos, autoritaria para otros, de delegación para algunos.

Realmente depende de la situación y la tarea asignada. Como directivo, debes aprender a usar tus habilidades correctamente para la consecución de las metas planteadas y que no solo tus empleados estén contentos sino el principal grupo de interés que son los accionistas.

Yo quise ser una alta ejecutiva, hoy soy la presidenta de la empresa. La primer mujer en liderar este tipo de organizaciones y la estoy conduciendo a la internacionalización.

Fui, soy y seré humilde, sigo aprendiendo.
Los invito hacer una pausa y preguntarse: ¿quién quieres ser en tu trabajo? ¿cuál es el camino a recorrer? ¿mis limitaciones? ¿tengo un plan apasionante?

Por: Natalia Cortez Montoya
Profesional en Ciencias Empresariales
@natycortezm Comunidad Fintac