Cada 28 de enero se conmemora el Día Internacional de la Privacidad como un esfuerzo para
crear cultura y concientización respecto de la privacidad y protección de nuestros datos
personales y destacar que la protección de datos personales sí es un derecho humano
protegido y consagrado tanto por la legislación mexicana como por diferentes instrumentos
internacionales.

En un mundo como el de hoy, lleno de grandes riesgos tecnológicos, es necesario la
implementación de planes novedosos que garanticen la privacidad de todas las personas.

Sin embargo, estos planes no son tarea exclusiva de los gobiernos o las organizaciones, sino que
las personas, dueñas de nuestra propia privacidad, podemos y debemos tener un papel
protagónico en el cuidado de nuestra propia información y datos personales.


Puede ser que pienses que no tienes nada que esconder o que no tienes información valiosa
que perder. Pero tú eres importante y tu información sí es valiosa.


Te podemos decir que la privacidad no está muerta, solo ha evolucionado. La privacidad no la
debemos entender como sinónimo de anonimato, sino como el derecho que tenemos para
gestionar y decidir qué información compartimos, a quien se la compartimos y que esperamos
obtener a cambio.

Menospreciar la privacidad como un derecho humano, minimiza los problemas y riesgos de
entregar (y a veces regalar) nuestros datos personales a cualquiera, y fomenta el vivir sin una
cultura adecuada, donde utilizamos tecnología y aplicaciones sin conocer sus reglas, riesgos y exponiendo nuestra información a terceros.

Un buen ejemplo es IA EPIK. Si te uniste al trend viral para generar fotos con el estilo de anuarios de los años 90’s, has expuesto tus datos personales de forma innecesaria, al permitir como pago por usar su trend, el vender tus datos, ubicación y biométricos a cualquier tercero dispuesto a pagar por tus datos.

Así, la privacidad toma una magnitud diferente. Debemos verla no solo como el derecho a
poder elegir que queremos compartir, sino como la facultad de restringir donde vive nuestra
información y que uso se le puede dar. Podemos imprimirle el valor correcto al decidir de forma
consciente que hacemos con nuestros datos y no conformarnos simplemente con lo que las
organizaciones nos ofrecen.

Es nuestra obligación exigir a las organizaciones, sean públicas o privadas, que den un uso
responsable o proporcional a nuestra información.

Tomar decisiones en materia de privacidad sí es posible: desde utilizar tecnología que ofrezca garantías y buenas prácticas en materia de seguridad, no caer en la tentación de todos los trends virales para uso de imágenes, voz,
ubicación o acceder a nuestros contactos, hasta presionar a nuestros representantes y
gobernantes para que la privacidad pertenezca a la agenda pública y política y así exista un
ambiente regulatorio y una cultura de privacidad que nos ofrezca lo que merecemos, un
derecho a la privacidad.


La privacidad nos ofrece nuevas oportunidades, así que no perdamos la posibilidad de seguir
eligiendo y rescribiendo nuestra historia.

Colaboración de: Cecilia Corona Guerrero, Gerente Senior de Datos Personales de Provident México