Durante casi un mes, a lo largo del territorio nacional, hemos sufrido altas temperaturas. Y aunque parecía que esto estaba llegando a su fin, la UNAM ha señalado que el país tendrá una cuarta ola de calor, en donde las temperaturas podrían alcanzar arriba de los 50 grados centígrados. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la economía? Veamos.

Los impactos en la economía personal y familiar han sido diversos. Hay entidades que no están preparadas para enfrentar un incremento en la temperatura. Las casas o empresas, de entrada, no cuentan con ventiladores o aire acondicionado, y mucho menos hay protocolos de seguridad y salud en las organizaciones.  

En cuanto a los costos directos, para enfrentar la ola de calor las personas incrementaron su consumo de bebidas. En comparación con el mismo periodo del año anterior, la venta de agua embotellada incrementó 56%, de refresco de sabor 32.9%; refresco de cola 9.8%; y la cerveza 80%. 

La demanda de hielo provocó desabasto en algunos lugares (y por cierto, incrementaron su costo en 120% de lo habitual), y también hubo escasez de productos como ventiladores y aires acondicionados.

Han sido días de caos en muchos hogares y empresas. Y es que la ola de calor incrementó el consumo de energía, generando una presión adicional a la infraestructura eléctrica, lo que provocó cortes en el suministro en algunas entidades. 

Y así, en algunas zonas sin agua potable, y ahora sin luz, familias se enfrentaron también a los alimentos echados a perder, y/o a enfermedades, las cuales están a la orden del día por esta causa. Las enfermedades diarreicas agudas, en la Ciudad de México aumentaron 26%.

Y por si todo esto fuera poco, el calor impacta en la productividad. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las temperaturas por encima de 39 °C pueden ser letales, pero incluso, aunque no haya víctimas mortales, pueden anular la capacidad de muchas personas para trabajar o reducir su capacidad para desempeñar un trabajo. En 2030, las previsiones indican que se perderá al año el equivalente a más del 2%  del total de horas de trabajo en todo el mundo.

Como vemos, el calor extremo tiene un amplio espectro de consecuencias, y es un golpe a la economía personal, familiar, empresarial y social. Las previsiones indican que la acumulación de pérdidas financieras ocasionadas por el estrés térmico ascenderá a 2 mil 400 millones de dólares en 2030. 

Pero ¿qué es lo más grave de todo esto? Justo que estas olas de calor, o este incremento de temperatura no es algo pasajero. Tenemos que prepararnos para enfrentar esta situación porque es parte de nuestro presente y nuestro futuro.

El aumento de las temperaturas, de acuerdo con los expertos, será una constante en el planeta y México no es la excepción, esto debido al impacto humano en el medio ambiente y al cambio climático. 

Esto es tan grave que implica políticas más amplias, pero en los niveles más aterrizados, es urgente que se tomen medidas para gestionar las altas temperaturas. Urge también que las organizaciones tengan protocolos de seguridad y salud; que los hogares se preparen para que esto no represente un fuerte golpe a la cartera, y que estemos conscientes que viviremos en un planeta cada vez más caliente. 

Esta columna fue publicada originalmente en El Universal Querétaro